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3 reglas para que pagar impuestos no te moleste nunca más
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3 reglas para que pagar impuestos no te moleste nunca más

Resumen > Siempre debes tener en cuenta que la relación de tu negocio con Hacienda se basa en el pago de impuestos. Esta amistad unilateral es tan estrecha que la fiscalidad influye directamente en el precio de tus productos y en el cálculo de tu sueldo.

Actualizado el 25 de abril de 2016

8 minutos de lectura

Por Eva

Si eres empresario o profesional sabes una verdad irrefutable: Hacienda es tu socio y  pagar impuestos una tarea de obligado cumplimiento.

Si. Mira que bien.

No tenemos que emprender solos, tenemos un socio que nos acompaña desde el principio hasta el final. Es de los buenos, de los que no se van,  Hacienda se queda.

Tanto apego te tiene que si llega el día en que cierras tu empresa ella sigue ahí durante cuatro años más. Por si acaso, vaya….

A esta “relación” le podríamos poner varios calificativos, y algunos pueden ser:

  • Involuntaria
  • Duradera (casi inmortal)
  • Desequilibrada (tus obligaciones son un poquito mayores)
Pero no te quejes porque por hacerte empresario te dan un estupendo regalo de bienvenida en un paquete muy bien atado (para que no se escape nada) y con un nombre específico y todo: las obligaciones fiscales.

Así es. Como otro socio cualquiera Hacienda quiere su parte del negocio y en su caso es que tú cumplas con tus obligaciones fiscales.

Y tú no tienes elección: si tienes un negocio tienes que cumplir con el fisco.

Algunas de esas obligaciones no nos importa tanto cumplirlas (como las que consisten en presentar cierta información) pero las económicas….. Eso ya es otro cantar.

Se llaman impuestos. Y como consisten en pagar dinero resultan algo desagradables. Pero mal que nos pese son inevitables.

Yo no tengo ninguna varita mágica para eliminarlos del mapa así que lo que   voy a hacer es aportar algunas ideas que  te ayudarán a:

  • Comprender que los impuestos forman parte de la esencia misma de cada actividad empresarial o profesional. Exactamente igual que la clientela o el teléfono de contacto.
  • Tener claro el impacto que tienen en diferentes aspectos claves del negocio para poder evitar sorpresas.
  • Mentalizarte de la necesidad de planificar su pago, lo mismo que planificas cualquier otra salida de dinero.
Empezamos, pues.

Ten en cuenta el efecto de los impuestos antes de poner el precio de tu producto o servicios y de fijarte un sueldo.

Hay un aspecto muy importante, que aunque lo sepamos, muchas veces pasamos por alto: se trata del efecto directo que los dos impuestos más importantes producen en los ingresos de nuestro negocio.

1.- IVA: Ojo a la hora de fijar el precio de tu producto o servicio

Hay una serie de actividades (con este término me refiero tanto a las empresariales como a las profesionales)  que están exentas de IVA, por ejemplo: la sanidad, alguna formación, operaciones de seguro, etc. Son las menos, pero si es tu caso está claro que a ti no te afecta este apartado.

La gran mayoría de actividades están sujetas a IVA.

Esto quiere decir que tú, al prestar tus servicios o vender tus productos debes cobrar el IVA que corresponda a tu cliente y después, en los plazos legalmente establecidos, ingresarlo en Hacienda.

Somos meros recaudadores: cobramos un dinero, lo guardamos un tiempo y después se lo pagamos a su dueño (el estado). Fácil. Pero cuesta un poco asimilarlo.

Y cuesta asimilarlo porque  se parte de una premisa equivocada: en muchos casos se entiende el IVA como un impuesto que el empresario tiene que pagar trimestralmente. Y no es así.

El IVA no lo pagan los empresarios o profesionales de su bolsillo. La realidad es que se lo cobran a sus clientes con un único fin: ingresarlo en hacienda.

Y ¿sabes cuál es la principal consecuencia negativa de éste planteamiento erróneo?

Te la digo yo: que cuando llega el día de presentar las declaraciones y hay que pagar el IVA pues resulta que nos duele bastante soltar ese dinero. Eso en el mejor de los casos, que también puede pasar que no lo tengamos  previsto en absoluto  y nos encontremos con que ni siquiera tenemos el dinero suficiente.

Regla de oro número 1: Siempre tienes que añadir el IVA  al precio de tu producto.

Tanto si vendes productos como si prestas servicios siempre, siempre, debes calcular tu precio y después añadirle el IVA que corresponda. Esto es obligatorio si quieres obtener de tu negocio la rentabilidad que esperas.

Por ejemplo, si quieres vender en España un curso de meditación por 100 euros ten claro que su precio de venta va a ser 121 euros: 100 euros del precio  y 21 euros de IVA (el tipo aplicable actualmente es el 21%).

Si sólo tuvieras una venta en el trimestre habrías ganado 100 euros, que es tu precio del  curso, porque los otros 21 euros los tendrías que ingresar en hacienda.

Ahora, puedes pensar lo siguiente: si intento venderlo a 121 euros no voy a cerrar ninguna operación porque es un precio alto. El precio de venta público, para ser competitivo, tiene que ser 100 euros.

Perfecto. Pero ten en cuenta que de esos 100 euros que cobres por el curso 82,64 euros será tu precio y 17,36 será el IVA que has cobrado pero que tendrás que ingresar en Hacienda.

Tendrás que valorar si te merece la pena vender por 82,64 euros o no.

2.- Renta: Ojo a la hora de calcular tu “sueldo”

Me refiero a sueldo como a la cantidad que esperas retirar del negocio para tu uso personal.

Distinguimos varios casos:

Vendes productos o servicios a particulares

Cuando vendes tus productos obtienes un beneficio que viene dado por la diferencia entre los ingresos que percibes (ya sabes… sin contar el IVA  que has cobrado) y los gastos necesarios para su obtención. Si vendes 15.000 euros y has gastado 3.000 has ganado 12.000 euros ¿verdad?

Pues técnicamente sí, pero ¿puedes disponer de esos 12.000 euros? Lo siento pero No.

Tienes que tributar por ellos y después de pasar por caja lo que te quede sí que será de lo que puedas disponer.

Los impuestos no son baratos, ya lo sabes. Para que te hagas una idea, a día de hoy, las personas físicas deben hacer un pago trimestral a cuenta de su futura declaración de la renta por importe del 20% de los beneficios.

Esto quiere decir que si, por ejemplo, has ganado 1.000 euros al mes tendrás que hacer una pago a cuenta de 600 al trimestre, 200 euros al mes.

Si lo has tenido en cuenta  habrás dispuesto de 800 euros al mes y en el momento de hacer el pago lo harás con un dinero con el que no contabas porque ya tenías previsto su desembolso.

Si no lo has tenido en cuenta y has dispuesto de 1.000 euros cada mes resultará que el mes que tengas que pagar los 600 euros te vendrá fatal porque sólo te quedarán 400 euros disponibles.

Debes tener en cuenta que cuando hagas tu Declaración de la Renta puede ser que te devuelvan parte o todo de lo que ya has pagado trimestralmente o puede que tengas que pagar más aún.

Esto es así porque el resultado va a depender de los demás ingresos que tengas y de tus circunstancias personales y familiares.

Vendes servicios a otros empresarios o profesionales

En este caso tienes que tener en cuenta que tus honorarios van a sufrir una retención de IRPF que será  del 15% (o del 7% en los primeros años de ejercicio de la profesión).

De esta forma si tus honorarios por un trabajo de consultoría a una empresa son de 1.000 sólo vas a cobrar 850, porque los otros 150 euros la empresa te los va a descontar e ingresarlos en Hacienda y funcionarán como una cantidad ya pagada para restar del resultado de la Declaración de la Renta.

Si has calculado que con tres servicios al mes dispones de 3.000 euros te has equivocado porque no has tenido en cuenta la retención y de lo que vas a poder disponer en realidad es de 2.550 euros.

La cosa varía un poco.

Igual que hemos comentado antes, cuando hagas la Declaración de la Renta el resultado será a devolver parte o todo lo que has ingresado o a pagar más. Dependerá de otros ingresos que puedas tener y de tus circunstancias personales y familiares.

Segunda regla de oro: O la mayoría de tus ingresos están sujetos a retención del 15%  (7% en los primeros años de actividad) o tienes que pagar un 20% de tus beneficios cada trimestre.

Que se dice pronto…..

Y tú dirás ¿cómo no me va a molestar pagar todo eso?

Sólo hay una manera. Tienes que tener muy clara una idea: no puedes financiarte con un dinero que no es tuyo. Y el dinero de los impuestos no es tuyo. Ni el del IVA ni el de la Renta.

Es así. Los impuestos hay que pagarlos. Y al margen de consideraciones morales, hay que pagarlos porque la ley te obliga a hacerlo.

Y puedes estar seguro de  una cosa: la Administración tiene recursos más que suficientes para conseguir que pagues lo que le debes,  por las buenas o por las malas, con sanciones o sin ellas, embargándote los bienes si hace falta….

No te va a perdonar ni un euro. Tenlo claro. Así que ya que el pagar es un hecho inevitable hazlo de la forma que menos te perjudique.

Lo mismo que no cuentas con el dinero del autónomo o con el de la factura del teléfono o con cualquier otra cosa que sabes seguro que tienes que pagar, lo mismo, digo, no puedes contar con el dinero de los impuestos.

Ya te lo dije al principio: Hacienda es tu socio y como cualquier socio tiene que llevarse su parte. No cuentes con ella.

Mentalízate y lleva esa mentalización a la práctica.

Tercera regla de oro: No cuentes con el dinero de los impuestos porque no es tuyo.

Si puedes hacerlo no te supondrá ningún descalabro económico el mes que tengas que pagarlos.

Si no puedes hacerlo querrá decir que tienes  un problema de liquidez  o que estás fijando mal el precio de venta de tus productos o servicios. Sea lo que sea  te recomiendo que le pongas solución lo antes posible.

En resumen a la hora de pagar impuestos

  1. Ten en cuenta el impacto de los impuestos tanto a la hora de fijar el precio de tu producto o servicio como en el momento de hacer el cálculo del dinero del que puedes disponer.
  2. El IVA está de paso por tus manos: lo cobras de tus clientes para ingresarlo en Hacienda.
  3. El IRPF sí que tienes que pagarlo de tu beneficio. Te guste o no. Es inevitable. Haz una estimación de lo que te va a costar (o encarga que te la hagan) y tenlo previsto.
  4. Ten claro el importe que le corresponde a Hacienda por uno y otro concepto y no cuentes con ese dinero. Si te financias con él lo único que vas a conseguir es que te resulte más complicado pagarlo cuando llegue el momento.
  5. Incluye estos importes como un apartado más en tu planificación de pagos.
  6. Si no puedes hacer frente al desembolso de los impuestos puede ser por alguno de los siguientes motivos:
    • Tienes un problema de liquidez
    • Has fijado mal el precio de tus productos o servicios
Intenta llevar todo esto a la práctica y vas a pagar los mismos impuestos que si no lo haces, no nos engañemos, pero lo vas a hacer de “mejor talante”.

Eva

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