Haz una lista por grados de afectividad
Decide dónde pones el límite
Una vez que tengas las listas decide hasta qué grado de afectividad en cada caso vas a cobrar. Siéntete cómodo con tu decisión. Olvídate en este punto de cuánto le vas a cobrar, simplemente decide quién va a pagar y quién no. A la hora de tomar esa decisión te recomiendo dos cosas:- No vivas el cobro como un castigo, es decir, no lo hagas en plan “a éste se la tengo jurada desde aquello que me hizo y le voy a cobrar el doble”. Eso es ir en contra de la energía del dinero, una energía de abundancia e intercambio satisfactorio.
- No te cargues con compromisos de otros. Ejemplo típico, que le hagas el trabajo gratis a un amigo de tu padre porque tu padre te lo pide. Eso en el fondo es una forma de chantaje y no deberías transigir. Como digo, los compromisos de los demás no son los tuyos y a nuestros progenitores muchas veces es a quienes más límites hay que poner cuando somos adultos. Se trata de ser libres y elegir cómo queremos que sean nuestras propias vidas y no vivir las vidas que ellos nos marcan.