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La timidez de los emprendedores
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La timidez de los emprendedores

Resumen > ¿Se puede emprender siendo tímido? Aunque en general los emprendedores son personas más inconformistas, curiosas e inquietas que el resto hay quienes tienen un carácter más retraído. No dejes que la timidez deje aparcados tus sueños.

Actualizado el 7 de mayo de 2015

3 minutos de lectura

Por Ru

emprender timidez

“Tenéis muchos sueños, buscáis la fama, pero la fama cuesta, pues aquí es donde vais a empezar a pagar: con sudor”.

Con estas palabras daba la bienvenida a Fama la profesora de baile, Lydia Grant, en la conocida serie de baile de los 80.

Cierto es que emprender, como la fama, cuesta y si lo realiza una persona tímida mucho más. Sin embargo, con trabajo y ayuda profesional ¿quién dijo que no es posible?

La timidez a veces nos puede jugar malas pasadas. Para muchos es un hándicap importante a la hora de establecer relaciones comerciales, ampliar nuestra red de contactos a través de eventos o jornadas de networking y, sobre todo, cuando presentamos nuestro proyecto a inversores, clientes, medios de comunicación o a la sociedad en general.

Como norma general el acto emprendedor es un acto social (aunque parte de una decisión individual), es decir, es un acto en el que intervienen multitud de agentes y organizaciones (clientes, proveedores, socios estratégicos, inversores, empleados, administraciones, Universidad, etc…) por lo que la timidez es una barrera importante para el emprendimiento, según subrayan desde la Cátedra de Emprendedores de la UCA.

No obstante, alguien tímido pueda ser un buen emprendedor. Todo depende de la idea, del proyecto y de su oportunidad. Es más, existen célebres introvertidos que son un claro ejemplo de que liderazgo y timidez es totalmente compatible: Bill Gates, Gandhi, la Madre Teresa de Calcuta, Albert Einstein o Theodore Roosevelt.

Que la timidez no te venza

Para Víctor Pacheco, experto en Coaching Ejecutivo, cuando una persona es tímida significa que hay aspectos de sí mismo que no le gusta, que no los acepta y, por lo tanto, no quiere mostrar a los demás, por miedo a que queden descubiertos y generen una imagen negativa. Tienden a esconderse en una conducta que, precisamente, no soluciona el problema.

Pero realmente podemos forjar nuestro carácter. ¿Cómo?

Análisis. Analizar las situaciones que nos provocan ansiedad es el primer paso. Saber qué provoca la timidez permite trabajar específicamente en el problema.

Autodefinición. Valórate de manera objetiva, es decir, autoanalízate para conocer tus cualidades y las de tu proyecto. Pacheco sostiene que en la mayoría de las ocasiones somos demasiado subjetivos, “nos comparamos con otras personas en vez de emplear criterios objetivos”. Además, añade, “en esta reflexión siempre tendemos a desvalorarnos de forma injusta”. Ver las cosas desde fuera siempre nos ayudará a darnos cuenta de que uno no es tan malo como pensaba.

Estilo de vida. La timidez no es necesariamente un problema, sino un estilo y modo de ser. “De hecho, las personas tímidas suelen caer mejor que las atrevidas que todo lo saben. Los tímidos son más empáticos que los extrovertidos que acaso sean más simpáticos. Pero a veces la simpatía empalaga, mientras que la empatía facilita las relaciones”, destaca Marino Pérez Álvarez, psicólogo clínico y catedrático de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de Oviedo.

Créetelo. Con los criterios objetivos, toma esos aspectos y transformarlos de debilidades, defectos o carencias a oportunidades de crecimiento y mejora personal. Si confías en tu idea y en ti te será más fácil poder transmitirla a los demás. En palabras de Pérez Álvarez, la timidez también puede funcionar como una estrategia en las relaciones interpersonales. “A veces la aparente debilidad de alguien es su fuerza. Más que vencer la timidez, sería cuestión de cultivar su estilo y asumirlo como el modo de uno en el trato social”.

Aceptación. No te culpes y saca provecho de tus limitaciones. Si se trata de aspectos que no se pueden cambiar porque son rasgos físicos, la superación viene de aceptarnos tal como somos, y buscar el lado positivo. Y es que si no nos aceptamos tal como somos, difícilmente, nos aceptarán los demás. Pacheco lo tiene claro, “todos tenemos talentos, se trata de descubrirlos”.

Face to face. Si te abruman los encuentros de negocio masivos intenta cerrar agenda con los clientes potenciales que más te interesen y con los que puedas compartir sinergias en un entorno más privado.

Lee. Existen numerosos libros que te pueden ayudar a ganar confianza en ti mismo. Uno de ellos es La semana laboral de 4 horas, de Tim Ferris, donde, por ejemplo, propone al lector a mirar a un desconocido fijamente a los ojos y no retirar la mirada cuando nos mire. Una situación incómoda pero que, con otros ejercicios, nos ayudará a superarlo.

Prepárate. Realiza cursos de cómo hablar en público, gestión y habilidades de liderazgo. Muchas universidades y escuelas de negocios disponen de esta oferta formativa. “Los tímidos excelentemente bien preparados por escrito ante una charla, una reunión o la gestión de un conflicto, adquieren tal seguridad que su timidez queda minimizada o compensada por su firmeza y seguridad”, añade Paro Muro, presidente ejecutivo de Otto Walter International.

Baila. Existen iniciativas como la realizada por la Cátedra de Emprendedores, Emprendedance, donde equiparan un proyecto de empresa con el baile ya que ambos requieren pasos, moverse, seguir el ritmo del mercado, de la competencia, de los clientes, girar cuando las cosas no salen como esperábamos, hay que hacer muchas piruetas, etc. según detalla Julio Segundo, coordinador técnico.

En definitiva, un emprendedor tímido puede ser tan efectivo como uno extrovertido. Es cuestión de confianza y dejarse ayudar.

Imagen | Freedigitalphotos

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