Antes de lanzarse a la aventura de montar un negocio, son muchos los futuros emprendedores que se preguntan «¿cuánto gana un autónomo?». Aunque depende de la casuística de cada negocio o empresa, lo cierto es que, según los último datos, el 80% de los autónomos no llega ni a milereurista o, por lo menos, eso es lo que declaran en su IRPF.
Según datos ofrecidos por la Agencia Tributaria, antes de la crisis los autónomos declaraban de media 13.525 euros anuales de beneficios en 2007. Cinco años más tarde, la declaración del IRPF de 2012 y que se presenta en 2013 refleja que el importe se ha reducido hasta una media de 9.100 euros, la cifra más baja desde que la Agencia Tributaria inició en 2003 esta publicación estadística. Así, los rendimientos netos de los autónomos han caído un 33% en apenas 5 años.
Es innegable que la situación económica ha mermado los ingresos y beneficios de empresas y autónomos, en especial de aquellos que o bien están comenzado, o bien se encuentran en sectores que arrastran una profunda crisis desde 2008, véase la construcción, el transporte y, en especial, el pequeño comercio.
Pero algo que nos ha llamado especialmente la atención, basado en la experiencia, son los ingresos de los nuevos autónomos, aquellos que, durante los últimos años, han optado por el autoempleo como alternativa a la falta de posibilidades en un mercado laboral que no ofrece oportunidades para todos. Así, los nuevos autónomos, por norma general, están ganando de media mucho menos que los autónomos que llevan años «en el negocio».
¿Mileuristas por necesidad o por oportunidad?
La falta de experiencia o de planificación, la inviabilidad de la idea de negocio o la la juventud de algunos negocios que aún no han alcanzado «el punto de maduración» o el momento en el que se comienza a recuperar la inversión pueden justificar esta tendencia.
Pero tampoco podemos dejar pasar por alto el deterioro de la «cultura contributiva», es decir, de declarar lo que realmente se está ganando. En un contexto en el que el desprestigio de las instituciones públicas y la incertidumbre ante el futuro viven un momento de esplendor, cada vez son más los autónomos que, bien por necesidad, bien por la llamada «insumisión fiscal» tan en boga últimamente, bien porque, en definitiva, no están dispuestos a pagar los impuestos marcados por la legislación vigente, no declaran todas sus ganancias en las declaraciones del IRPF.
De hecho, por lo visto, autónomos y emprendedores constituyen una importante bolsa de fraude para el Ejecutivo, que con la última Reforma Fiscal ha decidido limitar aún más a los autónomos que tributan por el régimen de módulos, una tendencia que comenzó hace apenas un par de años y que con la última medida dejará fuera del régimen a más de 300.000 profesionales (todos aquellos que no facturen directamente a cliente final), para evitar la emisión de facturas falsas.
No obstante, y pese a los factores económicos, la falta de madurez del mercado de los nuevos emprendedores o el posible fraude fiscal, ser autónomo y mileurista es una realidad por la que atraviesan 8 de cada 10 trabajadores independientes en España, una cifra tan alta como alarmante.
Ahora que, por primera vez desde el inicio de la crisis parece que se comienza a crear empleo o que se ponen en marcha más empresas y negocios de forma autónoma, es hora de poner foco no tanto en la cantidad, si no en la calidad y la sostenibilidad del nuevo mapa laboral, empresarial y productivo que estamos construyendo.
Una labor que, obviamente, está en la mano de quiénes diseñan e implementan políticas económicas y de empleo, pero que sólo pueden sustentarse con la colaboración de quiénes formamos parte de este nuevo paradigma económico y laboral.
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