Trasladar mercancías de forma profesional, y como autónomo, es una alternativa a tener en cuenta.
En España, este sector supone cerca del 7 % del total de autónomos, con más de 200.000 transportistas que trabajan por cuenta propia.
Ahora bien, antes de dar el paso conviene entender en qué consiste el trabajo, los trámites obligatorios, los ingresos medios y los gastos de esta actividad.
Todo ello nos permitirá analizar si resulta rentable ser transportista autónomo en España o no.
¿Qué es un transportista autónomo y cómo trabaja?
Un transportista autónomo es un profesional que realiza portes de mercancías por carretera con su propio vehículo, sin pertenecer a la plantilla fija de una empresa.
En la práctica, su trabajo implica conducir camiones o furgonetas cargados con mercancías, planificar rutas y cumplir con los plazos de entrega acordados con terceros.
A diferencia de un conductor asalariado, el autónomo gestiona personalmente todos los aspectos de su actividad:
- Buscar clientes.
- Mantener el vehículo en buen estado.
- Controlar la documentación.
- Atender la facturación.
- Cumplir con las obligaciones fiscales y laborales.
Requisitos para ser transportista autónomo
Para ejercer como transportista autónomo en España debes cumplir los siguientes requisitos:
Permiso de conducir
Obviamente, necesitarás el carné correspondiente al tipo de vehículo que vayas a conducir.
Para transporte ligero (furgonetas hasta 3.500 kg de MMA) basta con el permiso B de coche.
Si pretendes conducir camiones necesitarás el C1 (camiones medianos de 3.500 a 7.500 kg) o el C si vas a realizar el transporte en camiones de más de 3.500 kg.
CAP
En cualquiera de los casos, necesitas el Certificado de Aptitudes Profesionales.
Este documento es obligatorio para todos los transportistas.
Se obtiene en las autoescuelas con cursos de 130 horas teóricas y 10 horas de prácticas.
Al finalizar la formación es necesario aprobar un examen con 100 preguntas de tipo test.
Título de Competencia Profesional para el Transporte
Se parece al CAP (de hecho, muchos lo confunden), pero no es lo mismo.
Este título es una autorización necesaria para transportar mercancías que puedes preparar por tu cuenta o en una academia, y que se convoca por las comunidades autónomas.
Vehículo y capacidad económica
Para ser transportista autónomo necesitarás disponer de al menos un vehículo apropiado para realizar la actividad (furgoneta, camión rígido o cabeza tractora con remolque).
Conseguir un camión nuevo supone una inversión de entre 30.000 y 130.000 euros según el tipo y el tamaño.
Muchos transportistas autónomos comienzan con vehículos de segunda mano para reducir este importante coste fijo.
Además, tendrás que acreditar solvencia económica.
La ley exige 9.000 euros de capital propio (o aval) por el primer vehículo, más 5.000 euros adicionales por cada vehículo extra que incorpores a tu flota.
Tarjeta de transporte
Una vez dispongas de vehículo y cumplas con los requisitos anteriores, necesitarás la autorización de transporte público correspondiente, popularmente llamada “tarjeta de transporte”.
Es el permiso oficial para operar legalmente llevando mercancías de terceros.
Hay dos tipos:
- MDL para vehículos de hasta 3.500 kg de MMA, como las furgonetas de reparto.
- MDP para vehículos de más de 3.500 kg, el equivalente a camiones.
Puedes obtener esta tarjeta presentando la solicitud en la comunidad autónoma donde te domicilies como transportista profesional.
Honorabilidad y otras formaciones
Para ser conductor autónomo también tendrás que demostrar tu honorabilidad.
En otras palabras: no haber sido condenado por infracciones graves en el ámbito legal, laboral o mercantil.
Si quieres especializarte en el transporte frigorífico, en el de mercancías peligrosas o en el internacional tendrás que obtener formaciones y habilitaciones específicas.
Trámites para darse de alta como transportista autónomo
Llegados a este punto, puedes pensar que para ser transportista o conductor autónomo hay que cumplir muchos requisitos.
Y sí, es cierto.
Pero también cabe recordar que este tipo de vehículos conllevan una gran responsabilidad, de ahí todas las obligaciones asociadas.
Cumplidos los requisitos anteriores, es necesario realizar los trámites administrativos para ejercer legalmente esta actividad.
Tramitar el alta en Hacienda
Debes inscribirte como trabajador autónomo en la actividad de transporte.
Se realiza presentando el modelo 036 en Hacienda, eligiendo el epígrafe del IAE (Impuesto de Actividades Económicas) correspondiente.
En el caso del transporte de mercancías por carretera, el IAE suele ser el epígrafe 722 (transporte de mercancías en camiones y servicios de mudanzas) o el 849.5 (servicios de mensajería y reparto), según la actividad.
El alta en Hacienda indica que vas a iniciar la actividad económica como transportista por cuenta propia.
Realizar el alta en la Seguridad Social (RETA)
También tendrás que realizar el alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA).
Este trámite se puede hacer en la Tesorería de la Seguridad Social o telemáticamente.
El nuevo sistema de cotización se basa en los ingresos reales, pero inicialmente empezarás cotizando una cuota mensual que para la mayoría de transportistas estará alrededor de los 300 euros mensuales (la base mínima) si no indicas una previsión de ingresos elevada.
Obtener la tarjeta de transporte
Con el alta de autónomo en vigor, puedes solicitar la autorización de transporte en tu comunidad autónoma.
Este trámite suele gestionarse en la Consejería de Transporte correspondiente, aportando la documentación que acredite que cumples los requisitos (títulos, vehículos, seguro, pago de tasas...).
Si todo está correcto, te otorgarán la tarjeta de transporte público (MDL o MDP según proceda) que te habilita oficialmente para empezar a trabajar llevando mercancías de terceros.
En caso de transporte internacional, adicionalmente tendrías que obtener la licencia comunitaria (expedida por el Ministerio de Transportes), pero para empezar en ámbito nacional no es necesaria.
Completar otros trámites iniciales
También es muy aconsejable contar con una buena asesoría online para autónomos para que te lleve las cuentas, los impuestos trimestrales (IVA, pagos fraccionados de IRPF) y el resto de papeleos.
Ingresos y gastos de un transportista autónomo
¿Cuánto se gana realmente como transportista autónomo y cuáles son los gastos que debe afrontar?
Lo que gana
Las cifras varían según el tipo de transporte, la zona y los acuerdos que logre, pero podemos dar cifras orientativas.
Los ingresos brutos (facturación) de un transportista autónomo individual rondan los 3.000 euros al mes (unos 40.000 euros al año, en promedio).
Esto asumiendo una actividad regular.
Por debajo de esa cifra están los transportistas autónomos que reparten en ciudad y por encima los que realizan rutas largas en camión (sobre todo si transportan mercancías especiales o hacen trayectos internacionales).
Los gastos fijos y variables
Combustible, peajes, mantenimiento del vehículo, seguros, cuota de autónomos, asesoría para autónomos (para ahorrar tiempo con el papeleo), etc.
La lista es amplia. Y a estos gastos hay que sumar las cargas fiscales.
En gastos se pueden ir un 50 %, o más, de los ingresos brutos.
El neto
Y si hablamos de ingresos netos la cifra parte de unos 1.200 a 1.500 euros al mes que puede cobrar un autónomo con furgoneta repartiendo paquetería, hasta unos 3.000 euros mensuales de un camionero autónomo internacional.
Obviamente, son cifras generales y orientativas.
Cada autónomo firma sus propios acuerdos con las empresas, dedica un número variable de horas y optimiza las rutas a su manera.
¿Es rentable ser transportista autónomo?
Llegamos a la pregunta crucial: ¿merece la pena ser transportista autónomo?
Respuesta corta: depende.
En general, se puede vivir dignamente de este oficio, pero difícilmente te harás rico con él.
Y la rentabilidad estará muy condicionada a cómo gestiones tus gastos y a las condiciones del mercado.
¿A favor? El sector del transporte seguirá siendo imprescindible.
¿En contra? Los gastos fijos y variables son elevados y dependerás de un mercado en constante evolución.
Si decides dar el salto, asesórate bien para evitar problemas.